viernes, 11 de noviembre de 2022

Desamarte

Despierto de madrugada, fue una pesadilla, pero lo primero  que pienso es en tu lejanía. La pesadilla es como las de siempre, me persiguen y yo intento escapar, buscando ayuda, pero siempre termino sola y alcanzable. La pesadilla me recuerda a tu abrazo, en esas noches en las que al despertar me decías que todo estará bien, que siga durmiendo. Yo me acurrucaba en tu pecho y volvía a dormir. Todo cambió. Ahora me despierto sola y la cama es inmensa.  Voy al baño a “despejarme”, pero es en vano, sé que no volveré a dormir. Me preparo una taza de manzanilla, mientras agarro un libro, el primero que esté a mi lado. No puedo leerlo, voy de libro en libro hasta llegar a Wilde. El ruiseñor y la rosa parece ser un cuento escrito en mis paredes, siempre llego a él.  Lloro un poco. 

Después de dar varias vueltas en la cama, me vuelvo a parar, abro la laptop e intento matarte con prosa, con lo mejor de mis versos, pero con cada cuento, con cada maldito poema te haces un poco más inmortal, como si esa palabra tuviera matices. Escucho música, de esas que odiabas, intento odiarte. Te hablo en mi mente: “Si tú hubieses apostado por nosotros, si tú me hubieses dicho que quieres estar conmigo, en cualquier lado, pero conmigo; yo hubiese hecho las maletas, me hubiese mudado al país más liberal y racista del mundo, me hubiese esforzado el doble para estar donde tú estás. Pero no fue así. Yo miré un mundo contigo, y no me imaginaba otro tipo de mundo. Te imaginé llorando mientras me veías entrar con un vestido de novia, y yo llorar contigo”. Su foto aún está en mi mesa de noche, Su poema aún está escrito en mi pared; pienso en sacarlo – como todas las noches- pero temo que te vayas, que en serio te vayas del todo; que sea el inicio de mi vida sin ti. Voy a la cocina, ya no aguanto mi cuarto. Me preparo un café, mientras muerdo mis uñas. La luz empieza a notarse entre las cortinas. Veo la cafetera y recuerdo el café que preparabas en las mañanas, tu estrategia para despertarme y, alguna vez, llegar temprano al trabajo. El café parece perder significado sin ti, el arte empieza a perder significado.  El día será horrible, pero me centro en el presente; cómo diablos pasar la noche. Te mataré con prosa o nunca te irás. Capturar el instante y dejarte ir. Vuelvo a abrir la laptop con el café en mano, tomo un sorbo y me sabe a nada. Me quiero despedir y a la vez pedirte que me lleves, que me lleves a donde tú estás. Mi despedida sabe a súplica, y es inevitable:  

Quiero volver al salón de estudio de letras, verte entrar con dos tazas de café, que te diga que es el peor café del mundo mientras me quemo la lengua con él. Que saques un chocolate sorpresa, que en su etiqueta diga: producto andino, que me digas que tú también eres un producto andino y yo coloque la etiqueta del chocolate en tu frente. Jugar y descubrir lo común en una persona, quiero que me vuelvas a hablar de arte, quiero que me cuentes cuentos cuando no pueda dormir. Quiero sentir que una banca es un país entero nuevamente, que me digas que tengo el título de dictadora de ese país – en ese país ya superaron la etapa feudal- , que podría ser la mayor genocida del mundo; mataría al 50% de la población si te doy un beso. Quiero que me digas que la forma de mis labios es como los labios deben de ser, que comamos juntos un postre y no queramos que acabe; el que se lo termina pierde. Quiero que me hables sobre los filósofos existencialistas y me asombre sobre tu entendimiento de la vida. Quiero escuchar tu risa estruendosa y sentir que ese día estaba completo. Quiero que vuelvas a hacerme el amor sin tocarme, luego te emociones y llores: sentirme malditamente especial, malditamente bella. Descubrir que llorar está bien, incluso cuando estás feliz.  Que me digas que provengo de las uvas, que mi alma se rompa y que tú me hagas un poema para reconstruirlo. Quiero dibujarte, mientras estudias microeconomía, mientras los ojos te brillan por ese estudio innovador con las cosas locas en estadística. Quiero ir a ese momento en el que me hacías los mejores cafés del mundo, quiero volver a pensar que eres el mejor barista en una noche de estudios. Quiero que mis pesadillas sean calmadas con tus susurros. Quiero escucharte cantar y tocar la guitarra, quiero que toques el piano mientras leo una novela. Quiero que leas mis cuentos y me digas que soy una buena escritora. Quiero que leas esto y mientras lo lees, mis recuerdos se vayan contigo, ya no los soporto conmigo: Me hacen daño, me torturan noche tras noche, me disparan sin matar. El desamarte está siendo más allá del amor, es poesía, y está rompiendo pedazos de mí y me temo que esos pedazos nunca volveran*.

*Ars Poética-Montserrat Alvárez La poesía debe ser como el amor,
asunto raro de bichos raros de largos dedos
sensitivos
La poesía debe ser como el amor,
refinada y violenta
y que haga daño y muerda
sin llegar a romperse
ni a romper
Pero a veces la poesía debe llegar más lejos
que el amor
y más lejos que todo
Y romper cosas.

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