jueves, 13 de marzo de 2025

Esto ya no me pertenece

Antes de irme, un cuento. Los protagonistas de esta historia solían burlarse de que "cualquiera puede publicar sus cuentos y poemas en estos tiempos", así que lo haré por este medio. 

Es la historia de dos compañeros de trabajo: P y C. Lamentablemente, C tenía enamorada, así que esta trágica historia de amor no podía consumarse. C luchaba contra sus emociones, porque D –su enamorada– le proporcionaba todo lo que un hombre de los años 50 podría desear: le limpiaba la casa, le lavaba los platos, le daba un hogar bastante decente para lo que él realmente ganaba. Incluso, D pagaba la mitad del alquiler del departamento, aunque C tenía una habitación enorme y un baño solo para él. C hacía chistes crueles, como cuando decía "comida gratis", porque sí, D también le cocinaba.  

Pero P y C continuaron interactuando. D empezó a preocuparse: él ya se había burlado antes de sus lágrimas, pero ahora ni siquiera se molestaba en hacerlo. Se volvió distante, más frío, más cruel. Sus chistes ya no eran sobre temas triviales, ahora se metían con los problemas familiares de D.  

D le exigió respuestas.  

—¿C, me debo preocupar por P? ¿Te gusta o te atrae?  

—No, solo es una amiga. Sabes que no me meto con amigas. No me parece bonita, no me atrae.  

Sin embargo, en la oficina todos notaban la chispa entre P y C. Digamos "chispa" para hacer esto más romántico, porque en el amor todo vale. La gente los molestaba con insinuaciones cada vez más evidentes. Pero C insistía: "No me conoces". "P es solo una amiga".  

D, desconcertada, pidió conocer a los amigos de oficina de C. No entendía por qué él se negaba tanto. Para su sorpresa, una noche C llevó a P y otro compañero a su departamento. D intentó ser amable. Les sirvió vino, les ofreció algo de comer. Sonrió incluso cuando P se mostró "linda" con ella.  

El departamento estaba en venta. C y D planeaban mudarse, pero él ya tenía decidido irse del país por un año. Cada uno buscaba lugares distintos. Pero entonces, en un arranque inesperado, C le dijo:  

—¿Y si compramos el departamento?  

D pensó que era una locura, que lo decía en broma. Pero aún así, se ilusionó. Por un instante, creyó que el C de antes había regresado: el que le decía "tú vales todo el esfuerzo", el que la abrazaba, el que la hacía reír. Como la llovizna en Lima: tenue, casi imperceptible, pero presente.  

Dos semanas después, C terminó con D. De la manera más inesperada.  

—¿Por qué? —preguntó D, una y otra vez.  

Pero C nunca respondió con la verdad. No podía decir "Me enamoré de P y te estoy engañando", porque eso arruinaría lo que él tanto decía odiar: el "amor romántico".  

D fue ingenua. Nunca se había abierto tanto con alguien. A él le contó cosas que no le había contado a nadie. Y él, al principio, la trató como un juguete nuevo. Fue encantador. D, que no bajaba la guardia con cualquiera, lo hizo porque él supo decir las palabras clave: "Tú vales el esfuerzo". Fue él quien insistió en una relación seria. Él quien dijo "te amo". Él quien la conoció intensa y decía amar eso.  

Pero a él le gustaban los cuentos de hadas. Y D ya no era parte de esa historia.  

Después de días de súplicas innecesarias, C la ignoró. Mientras ella lloraba, él jugaba DOTA.  

—Ya terminamos —repetía.  

El corazón de D terminó de romperse cuando él dijo:  

—Sé que te puede parecer raro porque estuviste dando más en esta relación.  

D se alejó. Decidió no saber más de él.  

En julio, medio mes después de la ruptura, una amiga la llamó. Lo había visto con P.  

D sonrió con amargura. Sus sospechas eran ciertas. No estaba loca. Bueno, tal vez sí, pero no en esto. Con él fue alguien que ni ella misma conocía.  

Fue un gran cierre saber que, al final, C y P tendrían su "y vivieron felices por siempre".

Epílogo 

Una lástima que P no sepa que él es así. Que al inicio es un encanto, pero cuando te acercas demasiado, te descarta. Una lástima que no sepa que D no fue la primera. Que hubo otras antes de ella. Que C tendrá muchas "amigas de trabajo". Y que, así como lo hizo con D, buscará los errores de P para irse con la próxima.  

Dedicado al hombre más pequeño del mundo.

Esto ya no me pertenece

Antes de irme, un cuento. Los protagonistas de esta historia solían burlarse de que "cualquiera puede publicar sus cuentos y poemas en ...